jueves, 24 de abril de 2008

Comer huesos no es cosa de perros

Ser perro es un desafío ontológico. Los perros lo saben muy bien ya que carecen de la necesidad de interrogarse sobre el sentido de la realidad. Los perros sólo perrean. Andan de allí para allá balbuceando algunas palabras carentes de sentido, corriendo tras algún gato. Todo y nada es real para los perros bien educados. Aún el comer huesos no es algo que los ocupe de modo especial. Para ellos no existe el problema epistemológico de determinar las diferencias entre un hueso y una piedra. Para los perros todo es cuestión de metodología: como hacer para disfrutar aquello tan sabroso. Los perros disfrutan placenteramente el acto carnívoro que los identifica con su ser. Es placer en medio de su universo odorífero y carneo. Comer huesos no es cosa de perros.

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